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Profesor de redacción, ortografía e idiomas. (español, alemán, inglés, francés e italiano) Traducción, edición y enseñanza.

lunes, 30 de noviembre de 2015

LIMOSNERO ¿ES EL QUE PIDE O EL QUE DA?


Hay palabras que tienen el mismo significado, como pelo y cabello, a estas las llamamos sinónimas. Hay otras que tienen significados opuestos, como alto y bajo, les decimos antónimas. Pero, no hay nombre para esas palabras que, en sí mismas, guardan significados opuestos, así que, con su permiso, yo las he bautizado como autoantónimas. Vamos a ver cuántas de esta clase encontramos.
Cuando dices: “yo huelo feo”, esto puede interpretarse de dos maneras opuestas: El fétido olor puede emanar de  ti para incomodidad de los que te rodean, o bien, puede surgir de otro lado y ser tú quien lo percibe.
Lo mismo ocurre con los verbos rentar, alquilar y arrendar. Si tú rentas una casa, arriendas un auto o alquilas una lancha; no se sabe si los objetos son de tu propiedad y los pones a disposición de alguien a cambio de una módica suma, o bien, eres tú quién paga la módica suma para que el dueño los ponga a tu disposición. Hace falta más contexto para deshacer la ambigüedad.
Hurgando en el diccionario, podemos encontrar más autoantónimos. Uno que sorprende es la palabra huésped, que significa ´el que se hospeda´, pero  con sorpresa, encontramos que también se define como  ´el que hospeda´, que es su significado original. La Biología conserva esta acepción cuando nombra huésped al organismo que “le da alojamiento” a los parásitos. No es mi invención, esto puede consultarse en el diccionario, donde por cierto, también sorprende que el femenino tradicional de huésped ¡sea huéspeda!, antes de saber, sin duda yo hubiera dicho “la huésped”, que hoy por uso se ha ido imponiendo.
Son nimiedades, decimos cuando queremos minimizar algún suceso;  y es apropiado porque nimiedad se define como ´pequeñez, cosa sin importancia´, pero al consultar el diccionario encontramos ¡que también puede significar lo contrario!: ´cosa importante´, de hecho, ese fue su significado original, viene del latín nimius ´importante, grande, excesivo´, pero por mal uso se le dio el sentido contrario y como suele suceder en el lenguaje, es el que más se ha extendido y a la Real Academia Española no le quedó más remedio que aceptar ambas acepciones.
Otra palabra que ha sufrido igual destino es limosnero, que en su origen era el personaje caritativo y desinteresado que daba limosna a los necesitados, sin embargo, luego la palabra fue usada para nombrar a quién pide limosna. Un autoantónimo más porque el diccionario conserva ambas acepciones opuestas.
Uno más, es el verbo enervar, que en su origen latino significaba ´retirar el nervio de la carne, pero también quitar el vigor, debilitar a alguien´. Así, podemos encontrar expresiones como: ´Aquí estoy, enervado (es decir, relajado), disfrutando de la música´. Pero, por el influjo del francés, en el siglo XIX esta palabra pasó a significar lo contrario, como cuando dices: ´me enerva(es decir, me irrita) escuchar la verborrea de los políticos´.
Tenemos también friolera, que puede significar ´cosa de poca monta o poca importancia´; pero además, podemos usarla para referirnos a ´una gran cantidad, normalmente de dinero´.
Habiendo aprendido del tema, ¿cómo les suena ahora esta expresión?: ´Huelo feo, porque huelo feo´. ¿Será acaso una redundancia?… lo dejamos para la reflexión.
Cerramos aquí este artículo, pero no el tema, porque seguro existirán más de esas palabras que tienen significados opuestos y que, a falta de un nombre, reafirmamos aquí la propuesta de que se llamen autoantónimas. Si conoces otras de esta familia, te invito a compartirlas en los comentarios.

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