Una aventura lúdica e inteligente sobre el origen y desarrollo de la Lengua.
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- Profesor de redacción, ortografía e idiomas. (español, alemán, inglés, francés e italiano) Traducción, edición y enseñanza.
miércoles, 27 de enero de 2016
¿QUÉ SON LOS VERBOS INTRANSITIVOS?
Verbos transitivos e intransitivos: los primeros admiten un complemento directo a diferencia de los segundos. Una cosa a tener en cuenta en cuenta es que un verbo no puede considerarse ni transitivo ni intransitivo aisladamente; sólo su función en la frase le da dicho carácter. Pongamos algunos ejemplos: llevar, decir y hacer son verbos transitivos que siempre necesitan de un complemento directo, ya que ninguna expresión de llevar, decir o hacer, por sí sola, es completa. Otros verbos, como comer o beber tienen posibilidades transitivas e intransitivas.
Verbos copulativos y auxiliares: el verbo copulativo sirve esencialmente para unir el sujeto con el predicado nominal. Los verbos copulativos por excelencia son ser, estar y parecer. Con ser, el predicado se expresa como una cualidad del sujeto y con estar es un estado lo que se expresa.
Ejemplos: El canario es amarillo
La anciana está sentada
Los verbos transitivos pueden desempeñar, en algún caso, una función copulativa, por ejemplo, tengo a mi padre enfermo equivale a mi padre está enfermo.
Los verbos auxiliares son aquellos que se unen al participio, gerundio e infinitivo formando así perífrases verbales. Ej: ir a comer, tener que estudiar
viernes, 22 de enero de 2016
miércoles, 20 de enero de 2016
EL MALAPROPISMO
«Lo vemos cada día y lo de esta familia de empresarios no es ninguna excepción. Durante un tiempo nadaron en la ambulancia, pero ahora se han declarado disolventes y no tienen donde caerse muertos. Y el pobre abuelo, el fundador de la empresa, que tiene más años que Jerusalén y se dejó la piel en el pellejo para montar el chiringuito, se ve sin un duro. Normal que los trabajadores estén hechos unos obeliscos y los pongan a parir de un burro, con todas las nóminas que les deben».
¿Hay algo que os chirríe? Normal, el texto esta plagado de malapropismos. En realidad, nadamos en la abundancia, nos declaramos insolventes, tenemos más años que Matusalén, nos dejamos la piel (o nos ponemos en el pellejo de otra persona), estamos hechos unos basiliscos y ponemos a parir (o a caer de un burro) a los demás.
Espera un momento. ¿Mala… qué? ¡Eso tú!
Llamamos «malapropismo» (término recogido en diccionarios especializados en materias lingüísticas, pero no en los generales) a la deformación o el empleo equivocado de una palabra por su similitud semántica y fonética con otra. Normalmente se dan en las personas generalmente poco instruidas, aunque no siempre, y muchas veces es un fenómeno buscado para hacer gracia. Dependiendo de un caso u otro, estos errores pueden deberse a:
El término proviene de la señora Malaprop, un personaje de la comedia The Rivals escrita por el inglés Richard Brinsley Sheridan. El autor sacó el nombre del francés «Mal à propos» (hablar mal a propósito). La mujer retiene vagos recuerdos de palabras oídas a personas de clase elevada y por aparentar distinción las reutiliza, confundiéndolas con otras en base a su similitud. Este personaje adquirió tanta notoriedad que dio origen a la voz malapropism.
Claro está, este lapsus léxico ya existía con anterioridad y el lexicólogo Bolinger lo define de esta manera: «Crudely stated, this has to do with a sign whose meaning is known but whose verbal form has been forgotten». Así pues, el análisis de este fenómeno (especialmente en obras literarias) se basará en el reconocimiento de una ausencia léxica y del mecanismo de asociación mental por el cual se ha producido una sustitución errónea por parte del emisor con el objetivo de dar continuidad a su discurso.
Sin embargo, a pesar del hombrecito y la descripción pomposa, los malapropismos están a la orden del día y aparecen en el momento más insospechado. Seguramente el mejor ejemplo de esto (y el que conoceréis) es la metedura de pata de Sofía Mazagatos cuando dijo: «Me gustan los toreros que están en el candelabro», o bien la de Carmen Sevilla al reconocer: «Soy mayor, pero no tanto como para ser del Parque Jurídico» e incluso cuando Norma Duval exclamó: «Estoy que no salgo de mi apoteosis».
Sin embargo no hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos de malapropismos. De hecho, una persona de mi entorno más cercano (cuyo nombre me reservo para respetar su intimidad) hace un tiempo me dijo que estuvo en Bilbao, que visitó el «Julengueim» y que «entre pito y Valdemoro» se dejó una fortuna en las vacaciones. No es viuda, pero ha «sustraído» matrimonio dos veces. Y aunque a su edad se conserva bien, quiere hacer ejercicios «abominables» para fortalecer los «muslos» del estómago.
Claro que el efecto gracioso puede no serlo tanto cuando se usa un término peliagudo, como el niño que entró a clase tarde y al preguntarle la profesora de dónde venía, soltó: «Nada, que he ido con mi hermano al pederasta» (en vez de al pediatra). O la hermana de un amigo que, a los diez años, entró al comedor con un mechero en la mano y anunció: «Mira, mamá, soy ninfómana» (pirómana, claro).
Calvo de cultivo
En general los términos médicos, técnicos y científicos son una mina para los malapropistas, básicamente porque suelen ser más extraños o más difíciles de pronunciar.
¿Quién no ha oído alguna vez estas palabrejas?
Al fin y al cabo es normal que con tanta jerga uno se pierda, como sucede en la famosa historia del hombre que fue a la consulta de su médico de cabecera por un problema de fertilidad.
Mezclando «churros con meninas»
Decía al principio que me encantan las mezclas de dichos y refranes, así que veremos algunos de los que se suelen oír más, aunque la inventiva de la gente no tiene límites. Parece que nos gusta esto de fabricar expresiones nuevas.
Julio Somoano recoge los siguientes en su libro Deslenguados:
De un modo similar existen los llamados spoonerismos, errores lingüísticos basados en un cambio accidental o intencionado de sonidos parecidos, de una permutación de letras o sílabas (no palabras enteras), que da como resultado un texto cómico. Muchas veces la frontera entre el spoonerismo y el malapropismo es algo borrosa.
El término se acuñó en honor a William Archibald Spooner, un clérigo anglicano, que al parecer hacía cruces inintencionados de palabras que resultaban la mar de cómicos. Su metedura de pata más célebre ocurrió cuando debía presentar a la reina victoria como «nuestra querida reina madre» (our dear old queen) y al final habló de «nuestro extravagante y viejo decano» (our queer old dean).
![Spoonerismo](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_tEm98KESwmf9_is3H1xaVaU5VAOJ450wIz5GKIvgpbbDgz_edMdPwbGmbLWoxnoWszXhH1RRpgg36agv1_flRrOWQ3ZhG96OL50cBaS6eUOSUscvfHLBOj0xJ8YeCYyJlysrghU3MiwHSF_j7O=s0-d)
En inglés, lengua en la que este juego lingüístico es muy apreciado, es fácil encontrar multitud de ejemplos de spoonerismo. Uno muy conocido es este de Groucho Marx: Time wounds all heels (el tiempo envuelve todos los talones) en vez de Time heals all wounds (el tiempo cura todas las heridas).
Algunos ejemplos en castellano:
Tanto los malapropismos como los spoonerismos están tan ligados a la fonética, tan arraigados a la palabra, que la estrategia que debemos seguir cuando nos enfrentamos a un original así es la de recrear. De nada sirve la literalidad en frases como:
John D. Sanderson, en su artículo Hacia una tipología del malapropismo shakespeareano y sus estrategias de traducción, explica que el proceso traductor habría de empezar por la adecuada identificación del lapsus léxico original antes de emprender la búsqueda de un equivalente en el nuevo contexto. El traductor debe apreciar las características fonéticas de los sonidos empleados por el autor; no se trata sólo de palabras con contenido semántico, sino que a menudo la forma fónica de las mismas resulta significativa.
Una vez localizados todos los malapropismos del texto origen y determinada su casuística, la adopción de una determinada estrategia traductora dará como resultado una mayor o menor caracterización del personaje dependiendo de la recurrencia de este tipo de lapsus en el texto meta.
Compartido por Luna de Babel.
Espera un momento. ¿Mala… qué? ¡Eso tú!
Llamamos «malapropismo» (término recogido en diccionarios especializados en materias lingüísticas, pero no en los generales) a la deformación o el empleo equivocado de una palabra por su similitud semántica y fonética con otra. Normalmente se dan en las personas generalmente poco instruidas, aunque no siempre, y muchas veces es un fenómeno buscado para hacer gracia. Dependiendo de un caso u otro, estos errores pueden deberse a:
- la ultracorrección («ostentóreo» en vez de «ostentoso» o «estentóreo»; «bacalado» en lugar de «bacalao»);
- la etimología popular, muchas veces errores muy arraigados («balandronada» por «baladronada», «antena paranoica» por «antena parabólica» o «rintintín» en lugar de «retintín»;
- una alolalia (afasia consistente en pronunciar una palabra por otra), si es un hecho recurrente;
- otras causas: desconocimiento, prisas, etc. («estar entre la espalda y la pared», «rascarse las vestiduras»). ¡Soy muy fan de estas combinaciones en particular!
El término proviene de la señora Malaprop, un personaje de la comedia The Rivals escrita por el inglés Richard Brinsley Sheridan. El autor sacó el nombre del francés «Mal à propos» (hablar mal a propósito). La mujer retiene vagos recuerdos de palabras oídas a personas de clase elevada y por aparentar distinción las reutiliza, confundiéndolas con otras en base a su similitud. Este personaje adquirió tanta notoriedad que dio origen a la voz malapropism.
Claro está, este lapsus léxico ya existía con anterioridad y el lexicólogo Bolinger lo define de esta manera: «Crudely stated, this has to do with a sign whose meaning is known but whose verbal form has been forgotten». Así pues, el análisis de este fenómeno (especialmente en obras literarias) se basará en el reconocimiento de una ausencia léxica y del mecanismo de asociación mental por el cual se ha producido una sustitución errónea por parte del emisor con el objetivo de dar continuidad a su discurso.
Sin embargo, a pesar del hombrecito y la descripción pomposa, los malapropismos están a la orden del día y aparecen en el momento más insospechado. Seguramente el mejor ejemplo de esto (y el que conoceréis) es la metedura de pata de Sofía Mazagatos cuando dijo: «Me gustan los toreros que están en el candelabro», o bien la de Carmen Sevilla al reconocer: «Soy mayor, pero no tanto como para ser del Parque Jurídico» e incluso cuando Norma Duval exclamó: «Estoy que no salgo de mi apoteosis».
Sin embargo no hay que ir muy lejos para encontrar ejemplos de malapropismos. De hecho, una persona de mi entorno más cercano (cuyo nombre me reservo para respetar su intimidad) hace un tiempo me dijo que estuvo en Bilbao, que visitó el «Julengueim» y que «entre pito y Valdemoro» se dejó una fortuna en las vacaciones. No es viuda, pero ha «sustraído» matrimonio dos veces. Y aunque a su edad se conserva bien, quiere hacer ejercicios «abominables» para fortalecer los «muslos» del estómago.
Claro que el efecto gracioso puede no serlo tanto cuando se usa un término peliagudo, como el niño que entró a clase tarde y al preguntarle la profesora de dónde venía, soltó: «Nada, que he ido con mi hermano al pederasta» (en vez de al pediatra). O la hermana de un amigo que, a los diez años, entró al comedor con un mechero en la mano y anunció: «Mira, mamá, soy ninfómana» (pirómana, claro).
Calvo de cultivo
En general los términos médicos, técnicos y científicos son una mina para los malapropistas, básicamente porque suelen ser más extraños o más difíciles de pronunciar.
¿Quién no ha oído alguna vez estas palabrejas?
- Cólico frenético
- Gomitó la comida, porque se mareó en el avión (típico en niños pequeños)
- Padecer diabetes les obliga a inyectarse ursulina (las monjas deben de obrar milagros)
- Tiene un eslince de tobillo
- Le hicieron una retumbancia magnífica (si te mueves mucho ahí dentro…)
- La aspirina fluorescente va bien contra el dolor de cabeza (y es más fácil de encontrar por la noche)
- Me recetó Paracetamol en cláusulas
- Se toma Denubil en pollas (corramos un tupido velo)
- Consume asteroides en el gimnasio para estar más cachas
- Me dieron un jarabe expectante (normal, tienes grandes expectativas al tomarlo)
- Me he quedado sin agua exagerada (si la quieres en cantidades industriales, seguro)
Al fin y al cabo es normal que con tanta jerga uno se pierda, como sucede en la famosa historia del hombre que fue a la consulta de su médico de cabecera por un problema de fertilidad.
Mezclando «churros con meninas»
Decía al principio que me encantan las mezclas de dichos y refranes, así que veremos algunos de los que se suelen oír más, aunque la inventiva de la gente no tiene límites. Parece que nos gusta esto de fabricar expresiones nuevas.
Julio Somoano recoge los siguientes en su libro Deslenguados:
- González ha puesto el toro sobre la mesa (híbrido entre «poner el asunto sobre la mesa» y «coger el toro por los cuernos»)
- Por aquel entonces me lo creía todo a pies puntillas («creerse todo a pies juntillas» e «ir de puntillas»)
- Con los políticos todo se queda en agua de borrascas («borrasca» y «en agua de borrajas»)
- ¡Desde luego! Que te haga pasar esto a ti, que te dejas la piel en el pellejo («dejarse la piel en algo» y «dejarse el pellejo»)
- Es que lo veo y se me ponen los pelos de gallina («poner la piel de gallina» y «poner los pelos de punta»)
- A ella le gusta el té. Yo, sin en cambio, prefiero café (mezcla de «sin embargo» y «en cambio»)
- No sé en qué anda metido, ni falta que me importa (combinación de «ni me importa» y «ni falta que me hace»)
De un modo similar existen los llamados spoonerismos, errores lingüísticos basados en un cambio accidental o intencionado de sonidos parecidos, de una permutación de letras o sílabas (no palabras enteras), que da como resultado un texto cómico. Muchas veces la frontera entre el spoonerismo y el malapropismo es algo borrosa.
El término se acuñó en honor a William Archibald Spooner, un clérigo anglicano, que al parecer hacía cruces inintencionados de palabras que resultaban la mar de cómicos. Su metedura de pata más célebre ocurrió cuando debía presentar a la reina victoria como «nuestra querida reina madre» (our dear old queen) y al final habló de «nuestro extravagante y viejo decano» (our queer old dean).
En inglés, lengua en la que este juego lingüístico es muy apreciado, es fácil encontrar multitud de ejemplos de spoonerismo. Uno muy conocido es este de Groucho Marx: Time wounds all heels (el tiempo envuelve todos los talones) en vez de Time heals all wounds (el tiempo cura todas las heridas).
Algunos ejemplos en castellano:
- Salir el culo por la tirata (el tiro por la culata)
- Que no panda el cúnico (que no cunda el pánico)
- Corramos un estúpido velo (tupido velo)
- Blancanita y los siete enanieves.
- Que la traba se me lengua (que la lengua se me traba)
- No todo el monte es orgasmo (contrarrefrán de «No todo el monte es orégano»)
- Son japonudos estos cojoneses (son cojonudos estos japoneses)
Tanto los malapropismos como los spoonerismos están tan ligados a la fonética, tan arraigados a la palabra, que la estrategia que debemos seguir cuando nos enfrentamos a un original así es la de recrear. De nada sirve la literalidad en frases como:
- He is the very pineapple of politeness (the pinnacle)
- Having one wife is called monotony (monogamy)
- My sister has extra-century perception (extrasensory)
- He had to use a fire distinguisher (extinguisher)
John D. Sanderson, en su artículo Hacia una tipología del malapropismo shakespeareano y sus estrategias de traducción, explica que el proceso traductor habría de empezar por la adecuada identificación del lapsus léxico original antes de emprender la búsqueda de un equivalente en el nuevo contexto. El traductor debe apreciar las características fonéticas de los sonidos empleados por el autor; no se trata sólo de palabras con contenido semántico, sino que a menudo la forma fónica de las mismas resulta significativa.
Una vez localizados todos los malapropismos del texto origen y determinada su casuística, la adopción de una determinada estrategia traductora dará como resultado una mayor o menor caracterización del personaje dependiendo de la recurrencia de este tipo de lapsus en el texto meta.
Siguiendo con el tema de este lapsus en literatura, Offord realizó un estudio sobre la traducción del malapropismo shakespeareano al francés con la que obtuvo una catalogación de seis estrategias traductoras que, aunque van en la línea de lo de siempre, pueden ser útiles:
En definitiva, usadlos si quereis, ¡pero que no valga la rebuznancia!- no tener en cuenta el juego de palabras;
- priorizar el significado superficial;
- priorizar el significado subyacente;
- incluir los dos significados (sin producir un juego de palabras);
- crear un juego de palabras distinto.
Compartido por Luna de Babel.
martes, 19 de enero de 2016
¿CHUCHA CUERERA, QUÉ ES ESO?
En México, ser una chucha cuerera equivale a ser astuto, mañoso, lleno de ardides y experiencia. Es una expresión genérica que así, tal cual, se aplica tanto a hombres como a mujeres. Pero, ¿cuál es el origen de tan extraña expresión?
Todo empieza en España, en tiempos muy remotos, cuando para llamar a los perros usaban un sonido parecido a “chuch”. De ahí quedaría que los canes, también fueran conocidos como “chuchos”; y desde luego, las perras pasaron a ser “chuchas”.
Años después, en tiempos de la Colonia, en el sur de México a una perra recién parida la llamaron chucha cuerera. Lo de chucha ya está explicado y lo de cuerera, fue porque en su avidez por el alimento, estas perras se comían hasta los pedazos de cuero que encontraban en las calles. Todo con tal de poder nutrir a sus crías.
Todavía, en Lenguaje popular en Jalisco, libro que en 1957 escribió Alberto M. Brambila Pelayo; encontramos la definición: “chucha cuerera f. Se le llama así a la perra que está criando y que sale ansiosa buscando sus alimentos”.
En este libro, también se recoge la expresión: “Andar como chucha cuerera: Andar desesperado, buscando lo necesario para mantener a la familia”.
Hay unas coplas, del tiempo de la Colonia, que avalan la antigüedad de este concepto; ambas las encontré en “Lista de romances impresos en México durante la época colonial”, que Vicente T. Mendoza publicó en 1939. Así rezan:
En fin, la liebre ligera
También llegó de partida,
Con una chucha cuerera
Que era una perra parida.
Y en otra encontramos:
Hastas las viejas de edad
Tenían la seguridad
Que formarían la igualdad
Con las muchachas solteras
Y como chuchas cuereras
Se ven haciendo derroche
Más solo salen de noche.
Para lucir sus ojeras.
Luego, en el argot de la milicia, la expresión “chucha cuerera” se empleó para referirse a un militar cuya ansiedad para buscar al enemigo y “devorarlo”, se comparaba con la de una perra con crías en busca del ansiado alimento.Un soldado con esta vocación, debía ser: hábil, astuto, inteligente y con el valor para conseguir sus objetivos. De ahí, chucha cuerera, pasó a definir a alguien con estas características.
En la primera mitad del siglo XX, la expresión “chucha cuerera” trascendió del ámbito militar y ha quedado, en casi todo el territorio nacional, como una forma folclórica para referirnos a una persona con habilidad probada en el desempeño de alguna actividad.Cortesía de Arturo Morán.
ERRORES QUE SÓLO SE DETECTAN CON LECTURA CRÍTICA
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El Confidencial (Importancia de correctores) |
Una de las dudas que se originan a la hora de intentar
mejorar un texto es cuándo considerar que está listo para su presentación. Este
es un problema recurrente tanto para quienes deben entregar un trabajo académico
como para quienes pretender publicar una nota.
La respuesta, según hemos sostenido en entradas anteriores, varía según el tipo de texto, pero en todo caso es imprescindible dejar pasar un tiempo entre la redacción y la última lectura; y después leer críticamente por última vez. También podría ser de utilidad someter el texto a una lectura de alguien más para recibir una nueva opinión.
Veamos un ejemplo sencillo de cómo mejorar un título de noticia:
La respuesta, según hemos sostenido en entradas anteriores, varía según el tipo de texto, pero en todo caso es imprescindible dejar pasar un tiempo entre la redacción y la última lectura; y después leer críticamente por última vez. También podría ser de utilidad someter el texto a una lectura de alguien más para recibir una nueva opinión.
Veamos un ejemplo sencillo de cómo mejorar un título de noticia:
“El ingreso de turistas a Uruguay de países no limítrofes
continúa en aumento constante”.
Por tratarse de un texto corto y comprensible, podría ser publicado así, sin embargo, si pensamos en las etapas de corrección que sugerimos en entradas anteriores veremos que se puede mejorar:
Por tratarse de un texto corto y comprensible, podría ser publicado así, sin embargo, si pensamos en las etapas de corrección que sugerimos en entradas anteriores veremos que se puede mejorar:
- Ortografía: no presenta problemas. (+)
- Puntuación: es correcta. (+)
- Sentido: comprensible pero contiene una redundancia. (-)
- Sintaxis (orden de las palabras) podría mejorar la expresión de la idea (-).
En definitiva, intentaremos mejorar los detalles señalados
con signos de menos.
Versión original:
Versión original:
- “El ingreso de turistas a Uruguay de países no limítrofes continúa en aumento constante”.
Versión sin redundancia
- El ingreso de turistas a Uruguay de países no limítrofes continúa en aumento”
Versión con mejor sintaxis
- “El ingreso de turistas de países no limítrofes a Uruguay continúa en aumento”
Ahora explicaremos las modificaciones:
En la versión sin redundancia
Antes que nada, es necesario evitar la reiteración que implican los significados de “continúa” y “constante”. Si algo continúa sucediendo no se interrumpió, por tanto es constante. De otra manera, no podríamos decir que continúa el aumento de la llegada de turistas.
En la versión sin redundancia
Antes que nada, es necesario evitar la reiteración que implican los significados de “continúa” y “constante”. Si algo continúa sucediendo no se interrumpió, por tanto es constante. De otra manera, no podríamos decir que continúa el aumento de la llegada de turistas.
En la versión con mejor sintaxisEl sintagma
(grupo de palabras) “de países no limítrofes a Uruguay” se refiere a “turistas”,
por lo tanto, es mejor presentarlos unidos para facilitar la
comprensión.
Compartido por Manuel Acuña.
jueves, 14 de enero de 2016
LOS VICIOS DEL LENGUAJE
Los vicios del lenguaje o vicios de dicción, son todas aquellas transgresiones del idioma oral o escrito en el que se emplea una incorrecta ortografía, gramática o se quebranta cualquier otra reconocida norma lingüística. Los vicios del lenguaje son simplemente los errores que se cometen al emplear una determinada lengua, en el presente caso de la lengua española. Sin embargo, hay que advertir que, por lo común, cuando se habla de “errores”, “faltas” o “incorrecciones”, se usa el criterio tradicional normativo, es decir, la adecuación a la lengua culta, y especialmente, a la lengua escrita. Por tanto, lo que puede considerarse como falta en una variación del español en determinada zona geográfica puede no serlo en otra.
Listado de vicios del lenguaje
- Acrónimos: Los acrónimos realmente tienen una función real para acortar términos largos que de otra forma serían extensas y complejas en el lenguaje, no obstante, puede considerarse como un vicio cuando la nueva palabra es inútil, compleja, se usa indiscriminadamente o no cumple ninguna función lingüistica.
- Aísmo: Uso abusivo o errado de la preposición “A”. Ejemplo: De acuerdo a (es correcto: de acuerdo con).
- Ambigüedad: es la falta de claridad. Oración con doble interpretación o comprensión.Ejemplo: en la avenida Las Condes venden pañales para “adultos desechables”
- Anacoluto: Es el error que consiste en apartarse del tema central o meollo de la conversación. En este vicio el discurso es delatado y lo hace insustancial.
- Anfibología: Doble sentido, es el uso de una palabra o frase con más de una interpretación. La anfibología es frecuentemente empleada en el humorismo, mediante la creación de chistes con frases o palabras que tienen un doble sentido. Ejemplo: Napoleón está tomando Malta (¿la isla o la bebida?).
- Apócope: Consiste en acortar informalmente una palabra. Ejemplo: "Rodri" se compró una "bici"
- Arcaísmo: frase o palabra anticuada y en desuso. Ejemplo: me compre un “pecos bill”.
- Barbarismo: Se le denomina barbarismo a las faltas del lenguaje, que consisten en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios. Ejemplo: Abajar por bajar, delicuente por delincuente, excena por escena, haguemos por hagamos, haiga por haya, juegar por jugar.
- Cacofonía: Se trata de una disonancia que resulta de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de la palabra. Ejemplo: Se presume que si consume, asume...
- Coprolalia.
- Cultismos: Los cultismos son palabras que en un momento determinado del uso del castellano se tomaron directamente desde el latín, por vía culta y escrita. Ejemplo:Optimus óptimo.
- Dequeismo: Es el uso indebido de la preposición —de— delante de la conjugación —que— cuando la preposición no viene exigida por ninguna palabra enunciado.
- eufemismo.
- Extranjerismo: Se trata de aquellas palabras o expresiones que un idioma adquiere de otro. Esto sucede para llenar un vacío semántico, como alternativa a otras expresiones ya existentes en la lengua de destino o simplemente palabras de otros idiomas que se adoptan a lo largo de los años. Es frecuente que estas nuevas palabras se conviertan en parte del lenguaje y como tál pueden dejar de considerarse como vicios o faltas. El extranjerismo es una clase de Préstamo lingüístico. Ejemplo: Cuando los españoles entraron en contacto con la América precolombina adoptaron palabras indígenas como hamaca, patata, maíz, huracán, cacique, hule o tabaco.
- Ignorantismo.
- Impropiedad: La impropiedad ocurre cuando se le atribuye a las palabras un significado que no tienen, la confusión puede venir por el por el parecido fónico o por una traducción apresurada al castellano. Ejemplo: Miguel ostenta el cargo de alcalde (incorrecto), Miguel ejerce el cargo de alcalde (correcto).
- Laconismo.
- Metaplasmo.
- Metátesis.
- Monotonia: Carencia de un vocabulario suficiente para abordar una comunicación determinada.
- Muletillas: Hace referencia al mal hábito de repetir sistemáticamente e inconscientemente una palabra o frase innecesaria como soporte en el discurso. Ejemplos: Este, bueno, verdad, aja, okey, entiendes, o sea, mmmm, eh, pues, ya, vale, pues.
- Neologismo: Los neologismos son palabras nuevas que aparecen en una lengua, ya sea procedente de otras lenguas (extranjerismo) o nueva creación. Los neologismos se crean para nombrar actividades, objetos, etc. Las cuales no existían anteriormente. Numerosos neologismos como "Internet", "informática" y "computadora" cumplen una función lingüistica real y única, en cuyo caso no podría considerarse como un "vicio" sino como una evolución. Ejemplos: Accesar, biengemido, captus, chirriar, hispanochino, spanglish.
- Perífrasis.
- Pleonasmo o redundancia: Se refiere a la repetición innecesaria de frases, oraciones opalabras. Ejemplos: Subir arriba, entrar adentro.
- Préstamo Lingüístico: Una forma de aumentar el vocabulario de la lengua es mediante la adopción de las palabras de otra idioma. Ejemplo: Al llegar a América, los españoles «tomaron prestadas» palabras indígenas como hamaca, patata, maíz, huracán, cacique, hule o tabaco, para referirse a objetos que no conocían.
- Queísmo: Es el empleo indebido de la conjunción "que" en lugar de la secuencia "de que". Es lo contrario al dequeismo. Ejemplo: Ella se enteró que la engañaban.
- Solecismo: Es el error en la sintaxis o en la conjungación verbal que le quitan pureza y exactitud a un idioma. Ejemplo: Esperemos que no (haiga) problemas.
- Sonsonete.
- Ultracorrección.
- Vicios de la prosodia: La prosodia es una rama a de la lingüística que analiza y representa formalmente aquellos elementos de la expresión oral. Los vicios de la prosodia ocurren específicamente en la incorrecta pronunciación, acentuación, métrica y secuencias de palabras y oraciones.
- Vulgarismo: Es el empleo de palabras o expresiones populares de forma incorrecta en el lenguaje cotidiano. Es similar al barbarismo en cuanto se trata del uso incorrecto de expresiones orales o escritas pero se diferencia en su uso continuo y aceptado en un determinado grupo social, aunque no sea parte de las normas formales de la lengua.
lunes, 11 de enero de 2016
PALABRAS DUDOSAS
La breve palabra lo puede desempeñar dos oficios diferentes en la oración: 1)
pronombre complemento directo: yo lo estimo; 2) artículo neutro: de lo bueno,
poco. Las observaciones que siguen tienen que ver con algunas construcciones
en las que interviene el artículo neutro lo. Con esta función, puede anteceder a
adjetivos (lo bueno) y también al pronombre relativo (lo que, lo cual). El
sintagma relativo lo que puede tener como antecedente una oración completa
(eres mentiroso, lo cual me disgusta: el antecedente de lo cual es la oración
eres mentiroso) o puede no tener antecedente (haz lo que quieras). Lo que
puede ser, también, sujeto (o predicado) del verbo ser (lo que es parejo no es
chipotudo). El enunciado lo que es no se emplea solo; puede seguirle un
adjetivo (busca lo que es bueno) o un sustantivo (explícame lo que es el
átomo).
Ahora bien, después de esta breve y -me temo- un poco confusa explicación, paso a lo que me interesa exponer. En el español contemporáneo, de México y de otras partes, se emplea el enunciado lo que es de una peculiar manera e, incluso, aparece en textos, orales sobre todo, de los que podría eliminarse sin modificación alguna del contenido semántico de la oración; es decir: frecuentemente lo que es acaba siendo una expresión superflua.
Hace poco, un mecánico, inclinado sobre el motor de un automóvil, me explicaba algunas de sus partes y me decía, señalándola: lo que es la bomba de gasolina está aquí. Si simplemente hubiera dicho la bomba de gasolina está aquí habría dicho exactamente lo mismo: lo que es, ahí, sobra, es superfluo. Este uso superfluo de la expresión lo que es se da sobre todo, ya lo dije, en la lengua oral. Alguien grabó y transcribió una reciente intervención oral (no leída) que, por la radio, tuvo un alto político mexicano.
Revisando unos cuantos párrafos encontré los siguientes innecesarios empleos de lo que es: (...) gran participación de lo que es la micro y pequeña empresa; de esta forma pues damos conclusión a lo que es la información; lo que se quiere es una unión entre lo que es el desarrollo y...; igualmente, en lo que es el sector exportador...; ...donde está instalada su casa o su choza, lo que es su parcela...
En otro texto oral, aún más informal, se produjo además una curiosa falta de concordancia de número: por ejemplo, estableciendo lo que es preparatorias... No falta quien complica aún más las cosas usando una perífrasis de gerundio: lo que viene siendo la bomba de gasolina está aquí. En la lengua escrita este defecto de redacción es mucho menos frecuente. Sin embargo, comienza a aparecer en ciertos géneros como el periodístico, sea por caso. A diarios mexicanos pertenecen los siguientes ejemplos: no es posible ni siquiera adquirir un tercio de lo que es la canasta básica; es la única ciudad de nuestro país que no conoce lo que es el desempleo; ...lo empezamos con lo que es capacitación; tienen el primer lugar en ventas en lo que es este producto, etcétera.
Evidentemente hay muchísimos enunciados en los cuales la expresión lo que es está correctamente empleada. Existen incluso contextos gramaticales que ayudan a explicar por qué está bien usada y por qué no puede eliminarse. Esto sucede, por ejemplo, cuando tiene como antecedente una oración completa o la palabra todo: no cumplió su palabra, lo que es inaceptable; la multiplicación tan fácil de todo lo que es negativo; o cuando está precedida de una preposición y seguida de un adjetivo o adverbio: hay una ignorancia total en relación con lo que es ético y conveniente.
Hay asimismo multitud de casos dudosos, en los cuales no es fácil decidir si la expresión es superflua o necesaria, como en los siguientes: hay una imagen tergiversada de lo que es el prd; hay un concepto concreto de lo que es la terapia. Creo que es más fácil ser preciso si se emplean, al hablar o al escribir, sólo las palabras necesarias, ni más ni menos. Si lo anterior es cierto, conviene evitar el empleo superfluo de la expresión lo que es. La receta es muy fácil: obsérvese si, al suprimir esa expresión, el comunicado conserva intacto su significado y su propiedad sintáctica. En tal caso, suprímase la expresión lo que es. Véanse, a manera de ejercicio, los siguientes diez ejemplos, como casi todos los anteriores tomados de diarios mexicanos y de lengua oral, en los cuales pongo entre paréntesis la expresión lo que. Léase el enunciado sin esa expresión y se verá de inmediato si es o no suprimible: 1) Dad al César (lo que es) del César. 2) Lograron sustraer láminas de uno de los furgones, en (lo que es) el cuarto robo... 3) Creo que es bueno que la gente conozca (lo que es) el seminario. 4) Nuestra responsabilidad cristiana es conservar todo (lo que es) vida. 5) Que sea significativamente más eficaz de (lo que es) ahora. 6) A fin de dar a conocer (lo que es) la enfermedad. 7) Creo que es importante hablar de (lo que es) la pobreza. 8) Sucede en (lo que es) la industria del calzado. 9) Esto es (lo que es) el crecimiento. 10) Impide la arbitrariedad pero exige la energía en (lo que es) debido. Pueden agruparse los ejemplos en tres apartados: a) oraciones en las cuales la expresión lo que es resulta imprescindible y no puede por tanto suprimirse: 1, 4, 5 y 10. b) Oraciones en las cuales esa expresión puede suprimirse (aunque no resulta del todo impropio su empleo): 2, 3 y 6. c) Finalmente, casos en los que resulta muy recomendable suprimir la expresión lo que es: 7, 8 y 9. (Me) acostumbré (a) trabajar Algunas personas confunden tres construcciones que son diferentes tanto por su significado cuanto por su sintaxis: 1) Me acostumbraron a trabajar; 2) Me acostumbré a trabajar; 3) Acostumbré (a) trabajar. En 1) el verbo acostumbrar es transitivo y, por tanto, tiene complemento directo (me) y significa "hacer o adquirir costumbre de algo". En 2) el verbo es pronominal (no se puede construir sin el pronombre): me acostumbré, te acostumbraste, se acostumbró... y significa "adquirir costumbre de algo". Finalmente, en 3), el verbo es intransitivo (carece de complemento directo) y significa "tener costumbre de algo". En este último caso (3) es particularmente interesante señalar una diferencia dialectal. En España, aunque en ocasiones se omite la preposición a, son muy frecuentes las oraciones que la llevan: Acostumbré a trabajar. Por lo contrario, en México no se emplea casi nunca la preposición y decimos: Acostumbré trabajar.
CORTESÍA...
José G. Moreno de Alba
Ahora bien, después de esta breve y -me temo- un poco confusa explicación, paso a lo que me interesa exponer. En el español contemporáneo, de México y de otras partes, se emplea el enunciado lo que es de una peculiar manera e, incluso, aparece en textos, orales sobre todo, de los que podría eliminarse sin modificación alguna del contenido semántico de la oración; es decir: frecuentemente lo que es acaba siendo una expresión superflua.
Hace poco, un mecánico, inclinado sobre el motor de un automóvil, me explicaba algunas de sus partes y me decía, señalándola: lo que es la bomba de gasolina está aquí. Si simplemente hubiera dicho la bomba de gasolina está aquí habría dicho exactamente lo mismo: lo que es, ahí, sobra, es superfluo. Este uso superfluo de la expresión lo que es se da sobre todo, ya lo dije, en la lengua oral. Alguien grabó y transcribió una reciente intervención oral (no leída) que, por la radio, tuvo un alto político mexicano.
Revisando unos cuantos párrafos encontré los siguientes innecesarios empleos de lo que es: (...) gran participación de lo que es la micro y pequeña empresa; de esta forma pues damos conclusión a lo que es la información; lo que se quiere es una unión entre lo que es el desarrollo y...; igualmente, en lo que es el sector exportador...; ...donde está instalada su casa o su choza, lo que es su parcela...
En otro texto oral, aún más informal, se produjo además una curiosa falta de concordancia de número: por ejemplo, estableciendo lo que es preparatorias... No falta quien complica aún más las cosas usando una perífrasis de gerundio: lo que viene siendo la bomba de gasolina está aquí. En la lengua escrita este defecto de redacción es mucho menos frecuente. Sin embargo, comienza a aparecer en ciertos géneros como el periodístico, sea por caso. A diarios mexicanos pertenecen los siguientes ejemplos: no es posible ni siquiera adquirir un tercio de lo que es la canasta básica; es la única ciudad de nuestro país que no conoce lo que es el desempleo; ...lo empezamos con lo que es capacitación; tienen el primer lugar en ventas en lo que es este producto, etcétera.
Evidentemente hay muchísimos enunciados en los cuales la expresión lo que es está correctamente empleada. Existen incluso contextos gramaticales que ayudan a explicar por qué está bien usada y por qué no puede eliminarse. Esto sucede, por ejemplo, cuando tiene como antecedente una oración completa o la palabra todo: no cumplió su palabra, lo que es inaceptable; la multiplicación tan fácil de todo lo que es negativo; o cuando está precedida de una preposición y seguida de un adjetivo o adverbio: hay una ignorancia total en relación con lo que es ético y conveniente.
Hay asimismo multitud de casos dudosos, en los cuales no es fácil decidir si la expresión es superflua o necesaria, como en los siguientes: hay una imagen tergiversada de lo que es el prd; hay un concepto concreto de lo que es la terapia. Creo que es más fácil ser preciso si se emplean, al hablar o al escribir, sólo las palabras necesarias, ni más ni menos. Si lo anterior es cierto, conviene evitar el empleo superfluo de la expresión lo que es. La receta es muy fácil: obsérvese si, al suprimir esa expresión, el comunicado conserva intacto su significado y su propiedad sintáctica. En tal caso, suprímase la expresión lo que es. Véanse, a manera de ejercicio, los siguientes diez ejemplos, como casi todos los anteriores tomados de diarios mexicanos y de lengua oral, en los cuales pongo entre paréntesis la expresión lo que. Léase el enunciado sin esa expresión y se verá de inmediato si es o no suprimible: 1) Dad al César (lo que es) del César. 2) Lograron sustraer láminas de uno de los furgones, en (lo que es) el cuarto robo... 3) Creo que es bueno que la gente conozca (lo que es) el seminario. 4) Nuestra responsabilidad cristiana es conservar todo (lo que es) vida. 5) Que sea significativamente más eficaz de (lo que es) ahora. 6) A fin de dar a conocer (lo que es) la enfermedad. 7) Creo que es importante hablar de (lo que es) la pobreza. 8) Sucede en (lo que es) la industria del calzado. 9) Esto es (lo que es) el crecimiento. 10) Impide la arbitrariedad pero exige la energía en (lo que es) debido. Pueden agruparse los ejemplos en tres apartados: a) oraciones en las cuales la expresión lo que es resulta imprescindible y no puede por tanto suprimirse: 1, 4, 5 y 10. b) Oraciones en las cuales esa expresión puede suprimirse (aunque no resulta del todo impropio su empleo): 2, 3 y 6. c) Finalmente, casos en los que resulta muy recomendable suprimir la expresión lo que es: 7, 8 y 9. (Me) acostumbré (a) trabajar Algunas personas confunden tres construcciones que son diferentes tanto por su significado cuanto por su sintaxis: 1) Me acostumbraron a trabajar; 2) Me acostumbré a trabajar; 3) Acostumbré (a) trabajar. En 1) el verbo acostumbrar es transitivo y, por tanto, tiene complemento directo (me) y significa "hacer o adquirir costumbre de algo". En 2) el verbo es pronominal (no se puede construir sin el pronombre): me acostumbré, te acostumbraste, se acostumbró... y significa "adquirir costumbre de algo". Finalmente, en 3), el verbo es intransitivo (carece de complemento directo) y significa "tener costumbre de algo". En este último caso (3) es particularmente interesante señalar una diferencia dialectal. En España, aunque en ocasiones se omite la preposición a, son muy frecuentes las oraciones que la llevan: Acostumbré a trabajar. Por lo contrario, en México no se emplea casi nunca la preposición y decimos: Acostumbré trabajar.
CORTESÍA...
José G. Moreno de Alba
sábado, 9 de enero de 2016
CONSEJOS ÚTILES PARA REDACTAR
- Primero medite con detenimiento lo
que desea expresar, ordenando las
ideas accesorias en torno a la idea principal. Antes de empezar a
escribir, debe tener una idea muy clara de lo que quiere decir.
- Hay que dar unidad al texto, evitando
cambios bruscos de tono o de perspectiva. Procure ligar el principio de
una frase, con el final de la frase anterior.
- Si tiene poca práctica en redacción,
no pretenda lograr una versión definitiva al primer intento. Es
conveniente hacer esquemas y borradores.
- Hay que emplear el sustantivo y el
verbo (las piedras angulares del idioma), en forma adecuada.
- Elimine el uso o acumulación de
adjetivos innecesarios.
- Use el adverbio apropiado al verbo
que desea que modifique.
- Tenga cuidado con los adjetivos
terminados en mente. La manera de evitar repeticiones es decir por ejemplo
con facilidad, en vez de fácilmente.
- Use con propiedad las preposiciones y
conjunciones necesarias para lograr cohesión y claridad.
- Aunque los modos adverbiales y los
modismos dan colorido y sabor a la expresión si usted los emplea
oportunamente, no abuse.
- Tampoco abuse de modos conjuntivos,
hasta donde sea posible evite expresiones como por consiguiente, a fin de
que, esto es, por lo tanto, con todo, etc.
- Preste atención al significado del
pronombre “su”, que puede ser “su” de usted, “su” de él, “su” de ella,
“su” de ustedes, “su” de ellos y “su” de ellas. En este punto, la falta de
precisión echa por tierra la calidad del texto.
- El gerundio es un derivado verbal muy
delicado. Repase todo lo que sabe de él, y si no está seguro de que lo
emplea con propiedad, sustitúyalo por otras formas verbales.
- Está de moda escribir sin el menor
sentido de puntuación. Ciertos autores siguen adrede esta costumbre poca
ortodoxa, aunque mucha gente no puede entender lo que escriben. Puntúe
correctamente sus escritos.
- Una puntuación correctiva evita
diversas interpretaciones del texto. La puntuación da diferente
significado a las oraciones, por ejemplo:
Señora de la tienda, la llaman.
Señora, de la tienda la llaman.
“Señora de la tienda” la llaman.
·
No menosprecie los acentos, aunque
oiga que un día acabarán por suprimirse. Mientras llega ese día, úselos
correctamente. No es lo mismo decir el hombre solícito que el hombre solicitó.
·
Evite el uso de palabras
rebuscadas e incomprensibles. Entre dos sinónimos, elija siempre el más
conocido y el más breve. Por ejemplo, no hay por qué decir “oblación” si se
puede decir “ofrenda”.
·
El uso de palabras extranjeras
sólo está justificado cuando en español carecemos de voces equivalentes.
·
No todos los neologismos merecen
carta de naturaleza en el idioma. Sea usted cauto al usarlos. Pregúntese si
verdaderamente son necesarios, y deje a los peritos la tarea de renovar el
lenguaje.
·
Evite la repetición de sonidos,
porque es desagradable al oído.
·
En español hay libertad para
ordenar las palabras en la oración, sin embargo, algunos giros resultan
forzados. Use los que a su juicio sean más naturales.
·
No limite ningún estilo
determinado, créese uno propio. No hay en el mundo dos personas iguales; si lo
que dice o escribe obedece sólo a usted mismo, será original, no se parecerá a
lo dicho o escrito por alguien más.
·
Si escribe usted para que otro u
otros lo entiendan, hágalo en la forma más clara, sencilla y concisa que le sea
posible.
·
Evite los lugares comunes y las
frases hechas. Si hace alguna cita, póngala entre comillas y mencione a autor.
·
Procure leer y releer lo escrito
antes de enviarlo a su destino. Quizá encuentre algo que corregir.
·
Por seguir la norma anterior, no
caiga usted en la manía de la perfección, como quienes cambian veinte veces la
forma de cada frase y nunca quedan conformes. El exceso de autocrítica
perjudica y aún hace enmudecer a no pocos escritores.
·
Por último ¡fuera complejo de
inferioridad! todos tenemos derecho a expresar lo que pensamos. Y más aún si es
una buena idea y está expresada correctamente.
“La
fuerza de las palabras”. México, Selecciones del Reader’s Digest, 1989. (pp.
604-606)
Ma.
Elena Castro
jueves, 7 de enero de 2016
EL VERBO ABUSAR Y SU EXACTO USO
-
DE LA PÁGINA 19 del diario Reforma correspondiente al 11 de octubre de 2007 tomo el siguiente texto: "Cuatro mujeres cuyos hijos fueron abusados sexualmente denunciaron la existencia de una red de pederastia […]". La forma verbal de abusar,
que transcribo en cursivas, está en voz pasiva, lo que quiere decir que
para el redactor de la nota ese verbo es transitivo (sólo ese tipo de
verbos puede construirse con complemento directo o en voz pasiva). La
gramática nos enseña, por lo contrario, que el verbo abusar, en español, sólo puede emplearse o bien como intransitivo (sin complemento directo: "no me gusta abusar") o bien con complemento de régimen (con la preposición de: "no me gusta abusar de tu tiempo"). El primer significado del verbo es el de "usar indebidamente de algo o de alguien" ("abusó de
su autoridad"). Tiene también la acepción de "hacer objeto de trato
deshonesto a una persona de menor experiencia, fuerza o poder" ("abusó de
un menor"). Esta segunda acepción, que se añade a partir de la
decimonovena edición (1970), es poco explícita, pues el "trato
deshonesto" puede ser de muy diverso tipo, si se tiene en cuenta que deshonesto significa simplemente 'falto de honestidad'. Muy diferente es la redacción de la segunda acepción de abusar en el Diccionario del español actual (M. Seco et al.):
"Violar a alguien u obligarle a otros actos sexuales". Se aclara ahí
que, con este significado, es obligatorio el empleo de la preposición de; ejemplifica con un pasaje de Pequeñuelo de Arturo del Hoyo: "[…] que un hombre abusó de: ella, en la aldea, siendo ella aún menor de edad, y que la hizo un niño".En inglés el verbo to abuse, con el significado de 'ultrajar, maltratar, denostar…', es transitivo, es decir que se construye con complemento directo ("to abuse one's authority" [authority, aquí, es complemento directo de to abuse]: "abusar de la autoridad de uno"). En las últimas décadas es muy frecuente, en inglés, el empleo del verbo transitivo to abuse con el significado de "violar a alguien u obligarle a otros actos sexuales". Parece claro que, en español, el uso transitivo de abusar, que queda de manifiesto en el texto transcrito al principio de esta nota, se debe a la influencia del inglés. Se trata, en primer lugar, de un anglicismo sintáctico, pues se hace transitivo un verbo que no lo es (*lo abusó por abusó de él). Probablemente se trate asimismo de un calco semántico, cuando abusar (de) pasa a significar 'violar', pues de conformidad con lo explicado por el DRAE, abusar (de) no tenía en español ese específico significado.
Creo que el empleo transitivo de abusar tiene una explicación, aunque de ninguna manera una justificación. El enunciado inglés "to abuse a child" parece mucho menos ambiguo que el español "abusar de un muchacho", expresión que no necesariamente significa "violar a un muchacho u obligarlo a otros actos sexuales" sino que puede equivaler a 'engañarlo, aprovecharse de él, etc.'. La naturaleza transitiva de to abuse en inglés permite el empleo del participio pasivo con carácter adjetivo: "a abused child". Este empleo resulta imposible con abusar de en español pues, si bien existe el americanismo abusado (por aguzado, 'perspicaz'), éste no tiene valor pasivo sino activo. A ello se debe que, en el texto con el que principia esta nota, se añada al adjetivo abusados el adverbio sexualmente pues, de otra forma, no se captaría el sentido del enunciado ("cuyos hijos fueron abusados" [¿?]). Asimismo el inglés puede formar con to abuse oraciones pasivas ("a child was abused by…"), imposibles de construir en español con abusar. Por ello llama tanto la atención la redacción de la nota del periódico que vengo comentando, con el empleo anómalo del verbo abusar en voz pasiva ("[…] cuyos hijos fueron abusados"). En inglés, finalmente, existe el sustantivo abuse que, entre otras cosas, puede significar 'violation, rape'. Por lo contrario, entre los sentidos que tiene en español el sustantivo abuso, no hay ninguno que tenga que ver con 'violación'; para ello hay que añadir el adjetivo sexual: abusos sexuales.
Debo reconocer que, antes de la lectura de la noticia que comento, nunca había oído ni visto escrito este empleo de abusar como transitivo. Se trata, creo, de un lapsus enteramente ocasional. Puede suceder también que se venga usando y yo no me hubiera dado cuenta. De cualquier manera conviene o bien usar el verbo con la preposición de (abusar de), o bien emplear algún otro que sí sea transitivo, como violar.
lunes, 4 de enero de 2016
SINO O SI NO, ¿CÓMO SE ESCRIBE?
Sino y si no suenan de la misma manera, pero sus significados son muy diferentes. Los errores se suelen cometer cuando utilizamos uno en lugar del otro. Por eso es importante conocer qué quiere decir cada uno para no equivocarnos más.
Si no hay acuerdos entre Beppe Grillo y otros políticos, el sino económico de Italia puede resultar desastroso.
Sino
Escrito junto, esta palabra tiene dos significados bien distintos. Por un lado, puede ser un nombre que significa “destino”, como por ejemplo en El sino de Italia está en manos de la voluntad de sus políticos. Por otro lado, puede ser una conjunción adversativa (es decir, una negación de lo que se acaba de afirmar): No estaba en contra de la manifestación, sino en contra de los organizadores.También se puede utilizar “sino” con el significado de “más que” u “otra cosa”, un uso muy cercano al but en inglés: El juez no quería sino encontrar una manera de imputarla.
Si no
Separado no es otra cosa que la unión de dos palabras en la oración. Por un lado el “si” condicional (Si quieres, puedes venir) y por otro lado el “no” de negación, con lo que obtenemos oraciones como: Si no quieres escuchar no hace falta que vengas.En resumen, hay cosas que podemos escribir, como:
Si no mejora la economía, los recortes continuarán
No evadió capitales a Suiza una vez, ni dos, sino hasta en diez ocasiones
Y otras que no son correctas, como:
No quiero bailar con tu hermana, si no contigo
Todos los corruptos estarían en la cárcel sino hubiera habido tanta permisividad
Si nos fijamos en todos estos ejemplos, veremos que es sencillo saber qué forma utilizar (junto o separado) ya que, generalmente, el “si no” separado va seguido de un verbo (porque el “no” niega al verbo), pero hay ocasiones en las que ese verbo se puede obviar y es ahí donde nace la mayoría de las confusiones:Si vienes, bien. Y si no, tú te lo pierdes
En este caso, el verbo en la segunda oración está sobreentendido (Si vienes, bien. Y si no vienes, tú te lo pierdes)
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