La breve palabra lo puede desempeñar dos oficios diferentes en la oración: 1)
pronombre complemento directo: yo lo estimo; 2) artículo neutro: de lo bueno,
poco. Las observaciones que siguen tienen que ver con algunas construcciones
en las que interviene el artículo neutro lo. Con esta función, puede anteceder a
adjetivos (lo bueno) y también al pronombre relativo (lo que, lo cual). El
sintagma relativo lo que puede tener como antecedente una oración completa
(eres mentiroso, lo cual me disgusta: el antecedente de lo cual es la oración
eres mentiroso) o puede no tener antecedente (haz lo que quieras). Lo que
puede ser, también, sujeto (o predicado) del verbo ser (lo que es parejo no es
chipotudo). El enunciado lo que es no se emplea solo; puede seguirle un
adjetivo (busca lo que es bueno) o un sustantivo (explícame lo que es el
átomo).
Ahora bien, después de esta breve y -me temo- un poco confusa
explicación, paso a lo que me interesa exponer.
En el español contemporáneo, de México y de otras partes, se emplea el
enunciado lo que es de una peculiar manera e, incluso, aparece en textos,
orales sobre todo, de los que podría eliminarse sin modificación alguna del
contenido semántico de la oración; es decir: frecuentemente lo que es acaba
siendo una expresión superflua.
Hace poco, un mecánico, inclinado sobre el
motor de un automóvil, me explicaba algunas de sus partes y me decía,
señalándola: lo que es la bomba de gasolina está aquí. Si simplemente hubiera
dicho la bomba de gasolina está aquí habría dicho exactamente lo mismo: lo
que es, ahí, sobra, es superfluo. Este uso superfluo de la expresión lo que es se
da sobre todo, ya lo dije, en la lengua oral. Alguien grabó y transcribió una
reciente intervención oral (no leída) que, por la radio, tuvo un alto político
mexicano.
Revisando unos cuantos párrafos encontré los siguientes
innecesarios empleos de lo que es: (...) gran participación de lo que es la micro
y pequeña empresa; de esta forma pues damos conclusión a lo que es la
información; lo que se quiere es una unión entre lo que es el desarrollo y...;
igualmente, en lo que es el sector exportador...; ...donde está instalada su casa
o su choza, lo que es su parcela...
En otro texto oral, aún más informal, se
produjo además una curiosa falta de concordancia de número: por ejemplo,
estableciendo lo que es preparatorias... No falta quien complica aún más las
cosas usando una perífrasis de gerundio: lo que viene siendo la bomba de
gasolina está aquí. En la lengua escrita este defecto de redacción es mucho
menos frecuente. Sin embargo, comienza a aparecer en ciertos géneros como
el periodístico, sea por caso. A diarios mexicanos pertenecen los siguientes
ejemplos: no es posible ni siquiera adquirir un tercio de lo que es la canasta
básica; es la única ciudad de nuestro país que no conoce lo que es el
desempleo; ...lo empezamos con lo que es capacitación; tienen el primer lugar
en ventas en lo que es este producto, etcétera.
Evidentemente hay muchísimos enunciados en los cuales la expresión lo que
es está correctamente empleada. Existen incluso contextos gramaticales que
ayudan a explicar por qué está bien usada y por qué no puede eliminarse. Esto
sucede, por ejemplo, cuando tiene como antecedente una oración completa o
la palabra todo: no cumplió su palabra, lo que es inaceptable; la multiplicación
tan fácil de todo lo que es negativo; o cuando está precedida de una
preposición y seguida de un adjetivo o adverbio: hay una ignorancia total en
relación con lo que es ético y conveniente.
Hay asimismo multitud de casos
dudosos, en los cuales no es fácil decidir si la expresión es superflua o
necesaria, como en los siguientes: hay una imagen tergiversada de lo que es el
prd; hay un concepto concreto de lo que es la terapia.
Creo que es más fácil ser preciso si se emplean, al hablar o al escribir, sólo las
palabras necesarias, ni más ni menos. Si lo anterior es cierto, conviene evitar
el empleo superfluo de la expresión lo que es. La receta es muy fácil:
obsérvese si, al suprimir esa expresión, el comunicado conserva intacto su
significado y su propiedad sintáctica. En tal caso, suprímase la expresión lo
que es. Véanse, a manera de ejercicio, los siguientes diez ejemplos, como casi
todos los anteriores tomados de diarios mexicanos y de lengua oral, en los
cuales pongo entre paréntesis la expresión lo que. Léase el enunciado sin esa
expresión y se verá de inmediato si es o no suprimible: 1) Dad al César (lo que
es) del César. 2) Lograron sustraer láminas de uno de los furgones, en (lo que
es) el cuarto robo... 3) Creo que es bueno que la gente conozca (lo que es) el
seminario. 4) Nuestra responsabilidad cristiana es conservar todo (lo que es)
vida. 5) Que sea significativamente más eficaz de (lo que es) ahora. 6) A fin
de dar a conocer (lo que es) la enfermedad. 7) Creo que es importante hablar
de (lo que es) la pobreza. 8) Sucede en (lo que es) la industria del calzado. 9)
Esto es (lo que es) el crecimiento. 10) Impide la arbitrariedad pero exige la
energía en (lo que es) debido. Pueden agruparse los ejemplos en tres
apartados: a) oraciones en las cuales la expresión lo que es resulta
imprescindible y no puede por tanto suprimirse: 1, 4, 5 y 10. b) Oraciones en
las cuales esa expresión puede suprimirse (aunque no resulta del todo
impropio su empleo): 2, 3 y 6. c) Finalmente, casos en los que resulta muy
recomendable suprimir la expresión lo que es: 7, 8 y 9.
(Me) acostumbré (a) trabajar
Algunas personas confunden tres construcciones que son diferentes tanto por
su significado cuanto por su sintaxis: 1) Me acostumbraron a trabajar; 2) Me
acostumbré a trabajar; 3) Acostumbré (a) trabajar. En 1) el verbo acostumbrar
es transitivo y, por tanto, tiene complemento directo (me) y significa "hacer o
adquirir costumbre de algo". En 2) el verbo es pronominal (no se puede
construir sin el pronombre): me acostumbré, te acostumbraste, se
acostumbró... y significa "adquirir costumbre de algo". Finalmente, en 3), el
verbo es intransitivo (carece de complemento directo) y significa "tener
costumbre de algo". En este último caso (3) es particularmente interesante
señalar una diferencia dialectal. En España, aunque en ocasiones se omite la
preposición a, son muy frecuentes las oraciones que la llevan: Acostumbré a
trabajar. Por lo contrario, en México no se emplea casi nunca la preposición y
decimos: Acostumbré trabajar.
CORTESÍA...
José G. Moreno de Alba
Una aventura lúdica e inteligente sobre el origen y desarrollo de la Lengua.
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lunes, 11 de enero de 2016
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